El amoníaco (NH3) a temperatura ambiente es un gas incoloro con un olor acre muy fuerte, irritante y tóxico.
El amoniaco es muy soluble en agua a la que le confiere una basicidad clara, mientras que en el aire, gracias a la presencia de O2, puede atacar el aluminio, el cobre, el níquel y sus aleaciones. El amoniaco juega un papel importante en nuestro medio ambiente ya que participa en el ciclo del nitrógeno, contribuye a la neutralización de ácidos y participa en la formación de partículas atmosféricas, especialmente aquellas con un diámetro aerodinámico menor a 2,5 µm. Por ejemplo, el amoníaco reacciona con el ácido nítrico y el ácido sulfúrico dando lugar a la formación de nitrato de amonio y sulfato de amonio, respectivamente, las dos sales inorgánicas más presentes en el material particulado. Las principales fuentes de NH3 incluyen las actividades agrícolas (ganadería y fertilizantes) y, en menor medida, el transporte por carretera, la eliminación de residuos, la quema de madera y la quema de combustibles fósiles.