
El ozono es un componente principal del smog y es probable que alcance niveles insalubres en los días calurosos y soleados de las ciudades. Sin embargo, el ozono también puede ser transportado a cientos de millas por el viento, por lo que incluso las áreas rurales y remotas pueden experimentar niveles altos de ozono.
El ozono a nivel del suelo puede ser bastante dañino para las personas incluso en niveles relativamente bajos. La inhalación de ozono puede provocar una variedad de efectos adversos para la salud respiratoria que incluyen tos, irritación de garganta, dolor, ardor o malestar en el pecho al respirar profundamente, opresión en el pecho, sibilancias o dificultad para respirar, y daño pulmonar a largo plazo. Los niños son especialmente sensibles a la exposición al ozono porque sus pulmones aún se están desarrollando.
Dentro de áreas elevadas de ozono, es más probable que los niveles de ozono en casas y edificios de oficinas construidos o renovados más recientemente estén en niveles aceptables. Estos edificios “cerrados” evitan que entren el smog y otros contaminantes, lo que evita que los ocupantes inhalen el gas tóxico. Sin embargo, es más probable que las casas y oficinas más antiguas permitan que el aire cargado de ozono se filtre a través de ventanas, puertas y áticos con corrientes de aire. Monitorear y comprender la calidad del aire interior de cada hogar, oficina e instalación es esencial para maximizar la salud, la seguridad y la comodidad de todos los ocupantes.